¿Qué ha logrado el blockchain en los últimos 10 años?
El 3 de enero de 2019 Bitcoin celebró su décimo cumpleaños. Una década en la que la primera criptodivisa descentralizada de la historia, a pesar de los altibajos de los últimos meses, se ha consolidado como almacén de valor, como activo financiero y como plataforma de pagos a nivel transnacional.
Una década marcada por la experimentación, la innovación y el florecimiento tanto de un mercado como de un ecosistema tecnológico sin precedentes, pero también por la volatilidad, la especulación de alto riesgo, los retardos y las altas comisiones en momentos de saturación, así como la alternancia de bull markets y bear markets. Problemas para los que han ido surgiendo soluciones ingeniosas, desde stable coins (criptodivisas cuya cotización de mercado no varía) a las soluciones de segunda capa que permiten optimizar los tiempos de transacción minimizando la sobrecarga de la red. La convivencia de la cadena de bloques con soluciones off-chain para operaciones que no requieren del consenso de todos los nodos, así como la mejora de los protocolos y la incorporación de nuevos mecanismos de consenso, parecen augurar una segunda década con tecnologías distribuidas mucho más eficientes que en la anterior.
Bitcoin nos regaló la tecnología blockchain y el proof-of-work, uno de los más fascinantes mecanismos de coordinación global sin intermediarios. Ethereum heredó su legado y nos ofreció el primer computador mundial y distribuido, disponible para el uso de todos. Gracias a la Ethereum Virtual Machine (EVM), una máquina virtual para ejecutar contratos inteligentes, nacieron las dApps (aplicaciones descentralizadas) y las DAOs ( decentralized autonomous organizations), entidades autónomas capaces de vivir eternamente en el blockchain al margen de la censura, de los cambios políticos o de los vaivenes del mundo empresarial.
Desde 2015, tal y como se refleja en su primer bloque, Ethereum se ha consolidado gradualmente como un singleton deslocalizado y encendido 24×7, una red donde usuarios de todo el planeta firman transacciones constantemente; una plataforma donde los llamados smart contracts permiten llevar a cabo acuerdos entre pares sin intermediarios, ofreciendo de forma autónoma servicios tan dispares como auditoría de documentos, crowfunding, venta de productos, registro e intercambio de bienes fungibles y no fungibles, voto, alojamiento o cadena de suministro.
En los últimos años, las ICOs ( Initial Coin Offerings) han convertido Ethereum en la primera plataforma de financiación anónima y distribuida para nuevas empresas y proyectos. Esta democratización del acceso a capital, de alcance global, ha permitido que proyectos que no habrían conseguido financiación de otra forma puedan desarrollarse, así como ha abierto la puerta a pequeños inversores a participar en iniciativas habitualmente restringidas a grandes capitales y fondos de inversión. El estándar ERC-20 ha permitido que cualquier empresa o colectivo pueda emitir su propia criptomoneda o token de gobernanza (proporcional al poder de decisión en una entidad u organización), de definir su propia política monetaria sin necesidad de bancos centrales, de intercambiar valor entre pares sin estar restringido a una divisa. Y todo esto sobre la misma infraestructura ofrecida por los nodos Ethereum, sin necesidad de montar una red paralela o un fork de una criptodivisa existente.
En los últimos años hemos vivido tanto la era del hype, donde algunos pretendían vender el blockchain como panacea, a la era del FUD (Fear, Uncertainty and Doubt), donde los escépticos se escudaban en las fluctuaciones en el valor del bitcoin y otras divisas digitales para menospreciar una tecnología extremadamente compleja y fascinante. Guste o no a los inversores en el mercado de criptodivisas, la tecnología blockchain sigue teniendo el mismo valor y potencial que cuando fue inicialmente diseñada. Un potencial que va mucho más allá del mundo financiero y que la convierte en una pieza clave para revolucionar áreas tan dispares como la industria alimentaria (mediante la trazabilidad de operaciones), la democracia electrónica (mediante mecanismos de voto distribuido en smart contracts) o la gestión de empresas (mediante frameworks como Aragon Project).
No obstante, tanto los retos como las oportunidades a las que nos enfrentamos en la década que comienza no tienen precedentes. En un momento histórico donde existe una creciente demanda por la privacidad y el control de los datos, por la veracidad de la información, por la identidad digital y la transparencia de determinadas transacciones, las tecnologías basadas en el blockchain pueden ofrecer soluciones que nunca antes habían estado disponibles.
La naturaleza criptográfica, inmutable y distribuida del blockchain, y concretamente de Ethereum, tiene implicaciones tanto para la reducción de la burocratización y la dependencia de intermediarios como para el empoderamiento del usuario en lo que respecta al control de sus datos, su identidad digital y la confianza en servicios de terceros.
El blockchain y los smart contracts, auto-validados por sus características técnicas, por los algoritmos de consenso, la criptografía de clave pública y el famoso lema » code is law» (el código es ley), han mostrado su eficacia al margen de legislaciones. No obstante, empresas, colectivos y ciudadanos llevan tiempo demandando una mayor regulación que les permita utilizar las ventajas de estas tecnologías sin entrar en conflicto con normativas nacionales o regionales.
En 2018, Docuten pasó a formar parte de Alastria, un consorcio de más de 180 entidades públicas y privadas que soporta servicios basados en el blockchain con eficacia legal en España, de acuerdo a la legislación europea. Entre los eventos más representativos del pasado año, cabe destacar el acuerdo firmado entre Alastria y la Secretaría General del Tesoro y Política Financiera de España, precisamente para trabajar conjuntamente y avanzar en materia de regulaciones.
En 2019 Docuten se convertirá en la primera solución de factura electrónica y firma digital con auditoría pública y distribuida mediante la certificación de operaciones en el blockchain, con capacidad de integración tanto con la red pública de Ethereum como redes privadas o de consorcio, entre ellas Alastria. En un año que vendrá marcado por mejoras notables en la tecnología Ethereum, por una comunidad de expertos y un ecosistema de librerías y soluciones software que crece poco a poco, Docuten seguirá apostando por la investigación, el desarrollo y la innovación, por un futuro donde las tecnologías P2P faciliten la vida de las personas, las organizaciones y las empresas. 2019: un año donde la descentralización seguirá siendo una prioridad.